sábado, 19 de mayo de 2007

Perrozky trozky y animalitos que hacen "tururú"





La primera vez que escuché como sonaban los perros al caminar fue mientras observaba a mi perro Beto; llegué yo del colegio a mi casa y vi a mi perro parado en la esquina, entonces al verme venir el José Alberto (su sobrenombre) comenzó a hacer un ruidito bien peculiar mientras caminaba, algo así como "tururú" (pido imaginación en esta parte de la historia). Imaginense mi sorpresa al escuchar a mi perro hacer ruido al caminar. Al pasar los días seguí observándolo mientras caminaba y me di cuenta de que en todo momento el ruido estaba presente. Luego me dediqué a observar con detención al resto de los perros que habían cerca de mi casa y me di cuenta de que todos tenían algún sonido en particular, pero el más característico de todos los canes de mediano tamaño y abundante pelaje era "tururú".


Ahora bien, cuando empezó mi vida universitaria en Santiago comenzaron los problemas. El drama se inició cuando llegué a la facultad y vi a todos los perros que en ella vivían, se imaginarán ustedes que mi vida perdió la calma que tenía en regiones, ahora en cada momento me sentía acosado por la musiquita de los perros que se paseaban como si nada, como si nadie pudiese oírlos, como si su ruido fuese imperceptible, como si nadie estuviese pendiente de ellos, como si no valiesen nada, como si yo no estuviera ahí! Espero que entiendan mi descontento en ese momento, pasar de la calma a la contaminación acústica no es algo fácil. Con el pasar de los días me fui acostumbrando y aprendí a convivir con la "banda sonora" de estos particulares animales. Fue pasando el tiempo, un poco más de dos años, y cuando yo pensaba que mi vida comenzaría a tener la calma de regiones descubrí de súbito que ya no sólo los perros eran poseedores de tan peculiar sonoridad... ¡TODOS LOS ANIMALES TENÍAN SU PROPIA BANDA SONORA! Gatos, pájaros, palomas, ratones... y eso no es todo amigos mios, lo peor fue cuando comencé a notar el ruido que hacían los señores gordos que paseaban por el parque forestal, luego era de esperar que me me fues perceptible el sonido de los ancianos paseando los domingos por la mañana.


Ahora último me he replanteado este particular suceso en mi vida, y he aprendido a disfrutar de él, creando mis propios musicales con complejas bandas sonoras que incluso traspaso hacía mi vida, así que cada vez que me pasa algo bueno escucho dentro de mi un "tururú" en señal de victoria.