martes, 30 de diciembre de 2008

Chancho Cero, un marrano como tú o como yo


Me dirijo a ustedes con cariño, emotividad y actitud distendida y simpaticona, para desearles lo mejor en estas fiestas, esperando que sus corazones hayan entendido el mensaje original de esta fecha, que es recordar el nacimiento y obra de nuestro señor Viejito Pascuero, o más vulgarmente conocido como Santa Clos. Espero también que todos recemos por los más necesitados, como es el caso de El Grinsh, esperando que su alma atormentada logre comprender el verdadero sentido de la navidad.

Habiéndolos empapado en bienaventuranza con mi humilde mensaje navideño, comienzo mi primer escrito luego de un largo tiempo de sequía creativa.

Nos reunimos en torno a estas letras para recordar la obra de uno de los creativos made in chile que ha logrado más trascendencia en nuestro medio. Me refiero a un cabezón chiquiturri, weno pal webeo y la crítica ácida... el señor, periodista y arrendado al Mercurio, Pedro Peirano... la verdad es que no quiero profundizar en su obra y sus proyectos, los cuales solo comentaré de forma antojadiza y arbitraria, siguiendo mi linea editorial. Este socito es de lo más irreverente y ácido en cuanto a su humor, lo que lo ha llevado a creaciones descabelladas pero profundas a la vez (como el loco de los Venegas a alcalde, o el helado de castaña), tales como: el Factor Humano y Plan Z, ambas del ex Canal 2 Rock & Pop. Todos los amantes del Plan Z sabrán a que me refiero cuando hablo sobre este periodista de forma tan lambisquera. Además, ya con experiencia y luquitas en el bolsillo se largó con 31 minutos y Mira Tú, ambas del TVN (canal 7, que en mi casa es el 6). La cosa es que en un momento de su vida se dijo a si mismo: "Mismo, ha llegado el tiempo de dar un salto a un medio que me escuche, me comprenda y pueda ser un canal para expresar mis ideas de disconformidad con la sociedad actual", y fue así como logró publicar en El Mercurio. En volá la señora en la casa debe estar pensando "que chupe la rumba cayosa este cabezón Peirano, si el Mercurio miente", pero estimada señora, que es tan fiel a este blog, procederé a explayarme sobre el trabajo de Peirano en el Merculo, materializado en su ópera magna y porcina, CHANCHO CERO.

Se trata de un comic publicado semanalmente en la revista Zona de Contacto, adjunta al Merculo, además luego, en el 2002, se realizó una edición super especial con toda la recopilación del marrano más querido por el club de lectores del Merculo (conocido también como los Magios del Mercurio). Después en el 2006, Peirano hizo un análisis de la situción social actual, y como es un periodista muy preocupado de democratizar la cultura y no llevarla a estratificaciones en que sólo el que tenga poder adquisitivo pueda acceder a ella, realizó una nueva edición de este libro, el cual cuesta $18.000, una cosa poca dirá usted, si total los picantes no leen.

Ahora, pasando a la obra misma. La historía se sitúa en la Facultade de Lobotomía, de la nunca bien ponderada Universidad Nacional (se me hace referencia a una U, cuyas iniciales son UdeCh). En esta elegante facultad los estudiantes desarrollan lo mejor de si: capean clases de lo lindo, toman vino "bakán" (el vino que te ayuda a estudiar, y a comerte a las compañeras feas), se cagan en mil y un asambleas que no los llevan a nada, realizan grandes discusiones sociales en torno a un buen licor, logrando conclusiones del tipo "pucha que te quiero wn"... y chorromil cosas más, que uno como buen estudiante bien conoce. La cosiaca es que un día un chancho se mete a a interrumpir un importante partido entre los Lobotomos y los Bien Comidos de la Facultad de Economía Economizante, y este marrano dobla el cruel y clásico destino de estos pelafustanes y gana el partido, convirtiéndose en el alumnos más destacado y querido por las chicuelas de la facultad, además de sacar las medias notas, ganar becas y comerse a las minas más ricas. Algo muy importante es que el marrano este nunca jamás dice nadas más que "oink", y nada hace más que estar ahí parado sin hacer NADA... tal cual lo hacen los hombres mas emblemáticos y exitosos de nuestro país.

Y así muchas aventuras más que ocurren dentro de este comic, el cual, la verdad de las cosas, es protagonizado por un personaje que para mi es muy especial, ya que es el presidente del centro de alumnos y hace puras weas como tal (me siento más indentificado que nunca); es el gran "Moco" Soto, cuyas estupideses serán siempre remendadas por la logistica e inteligencia del marrano.

Porque soy un hombre inescrupusolos y que odia la cultura y que está en contra de que se extienda cual epidemia de gonorrea en casa de puta, es que les dejo el link para que descarguen el libro que Pedro Peirano tan noblemente publicó a un precio modico y democrático. A todo esto, el link es de un foro de no se dónde, y el rar lo subió no se quién... asi que a él le damos las gracias.

Espero que lo disfruten y hagan de estas historias un manual para sobrellevar la vida universitaria. Con un abrazo, un beso y un agarrón en las nalgas, me despido.

http://rs105.rapidshare.com/files/57745203/Chancho_Cero.rar

miércoles, 16 de julio de 2008

Así no suena un pandero cuekero


Ayer en la tarde se suponía que después de dar un certamen en el que me fue como el loly pop, a todo esto, me iría a nadar un poco. La cosiaca es que terminé comiendo papas fritas en el "pollos'crazys"... Después de eso me vine a mi depto a "prepararme" psicológicamente para un carrete de más tarde... o sea, me fumé un caño. En eso me pongo a escuchar unas cuecas locas, así super perceptivo pa ver si algo se saca al limpio de esos estados acarambolados. Voy a hacer un paréntesis en mi historia, para aclarar que el acarambolamiento se realiza con vino tinto y NO con marihuana, ni menos con esos sucios destilados. El asunteke es que tomé mi pandero y me puse a ponerle ají al puré picante, mas embalado que encomiendo mandada del sur (mi mami las embala cuáticamente). Yo ahí marcando el ritmo que tanto he practicado, haciendo mis arreglos con estilo chinganero, picandola finita... hasta que, mi pseudo acarambolamiento me permitió percibir algo que nunca antes había (o quería?) escuchado... el ritmo que tanto tiempo había practicado y tocado (en ensayos y presentaciones en vivo) estaba malo! no era el ritmo de cueca, era otra wea que nada que ver... super engañado, me engañé a mi mismo y al resto... y yo ahora me pregunto si el resto de la gente que me escuchaba realmente cachaba que todo ese tiempo había estado vendiendo la mula o simplemente pasé piola.

Yo saco dos conclusiones de esta historia, estimados mios. Primera conclusión: tengo que ser menos atarantado cuando de música se trata, escuchar con calma y luego ponerme manos a la obra. Segunda conclusión: tengo que fumar yerba más seguido.

domingo, 15 de junio de 2008

Análisis Trozky-tristeza


Recuerdan, estimados lectores, que en uno de mis escritos mencioné la particularidad de los trozkys (mal llamados perros) de sonar al caminar? Ahora, a esta particular teoría le agrego un nuevo postulado: "la sonoridad del trozky depende en parte del mismo animal, pero principalmente del estado emocional del oyente".


Luego de dar tal declaración ustedes podrán entender por qué es que en ocasiones caminan por las calles y estos peculiares animalitos les son tan indiferentes, y ahí tienen que hacerse el autoanálisis de cómo está su corazoncillo. Ahora, para fundamentar los resultados de mi estudio, les plantearé los materiales y métodos que utilicé para llegar a tal conslusión.


Primero, tomé una relación amorosa que en un tiempo deslumbró por su plenitud, armonía, alegría y demases... que con el pasar de los meses decayó a tal punto de desvinculación absoluta, pese a la aplicación de mil y un maniobras anti-desamor. Luego, se observó como este par de individuos (los de la relación) dieron final a esta en un mar de lágrimas e inseguridades (por la decisión digo yo). Luego se observó la relación de estos sujetos, insertos en un contexto adverso para al menos una de las partes (el macho, al que llamaremos Mister M). En esta parte del estudio me centraré en el macho de la relación, ya que a este fue al que se le hicieron las múltiples pruebas.


Dentro del contexto anterior; se tomaron varios espécimenes trozkys, de diversos tipos, algunos con particularidades muy sonoras y otros no tanto. Se hizo que estos desfilaran con la mayor de las gracias ante nuestro sujeto en estudio y se analizó la reacción de este ante tales estímulos. Al pasar los dias, se observó que los trozkys no generaban ninguna reacción ante Mister M. Se midieron las expresiones de felicidad de Mister M ante la presencia de los estímulos, registrándose bajísimos niveles de alegría en este. Al seguir con el estudio se fueron agregando mayores estímulos emocionales negativos a Mister M, por ejemplo: indiferencias, inseguridades, humillaciones personales, asumir grandes responsabilidades, sobre exigencias extremas, etc. Y al registro se observó una disminución de los signos de alegría y percepción sonora ante el estímulo trozky.


El estudio se extendió durando dos meses, observándose a mediados del segundo mes un aumento en las tasas de felicidad y percepción sonora en Mister M, lo cual aparte de alegrarlo a él mismo alegró a todos los investigadores tras este estudio. Pero el estudio no podría estar completo sin llevar a un extremo a nuestro sujeto en estudio.


Al final del segundo mes, se pusieron situaciones de alta complejidad para ver la reacción de Mister M. Sorprendentemente los niveles decayeron, pero no como se esperaba, sino que lo hicieron más discretamente. Ante esto último podemos concluir otra cosa: "la sonoridad trozky puede ser utilizada como método evasivo ante la tristesa", ésta última conclusión sigue en análisis, ya que el estudio prosigue, pero tanto los investigadores como el mismo sujeto en estudio se mantienen optimistas ante los resultados.

domingo, 6 de enero de 2008

La niña que pinta

Año 2004, Los Ángeles, VIII región, en un cálido mes de febrero. Para ponerlos más en contexto digamos que estaba yo en mi "amado" ex colegio, San Rafael, justo en el aniversario de tan notable establecimiento educacional. En una de esas típicas competencias había que presentar a la mascota de la alianza (no me refiero a RN con la UDI). Resulta que la mascota de mi alianza era Hefer, la vaca amarilla cuya foto está en uno de mis primeros escritos. El cuento es que le pintaron la cara amarilla a un pobre cabro de primero... y lo hicieron con pintura al aceite... ¡notable! Yo, compadecido por el pobre chicoco, lo ayudé como pude para poder sacarse esa atrosidad. No recuerdo bien por qué, pero no pudimos entrar al baño de hombres, así que nos metimos al de mujeres que estaba como en el tercer piso, donde en ese momento no había nadie.
Estaba yo meta que meta resfregándole la cara al pobre cabro, cagado de la risa para mis adentros (weon cruel). Fue entonces cuando pasó lo relevante dentro de este relato... Yo pensaba que era imposible que alguna chiquilla se metiese a ese baño, tan alejado del barullo armado por la celebración en el patio del colegio... como es de costumbre, estaba equivocado. De golpe sentí la presencia de alguien, giro mi cabeza y ahí vi a una niña que nunca antes había visto en el colegio (llevaba 4 años en él). Nos quedó mirando con cara de asombro (yo la miré con cara de weón) y dijo: "en mi antiguo colegio los hombres no acostumbraban entrar al baño de mujeres". A lo que yo le respondí: "Nunca te había visto en el colegio"... bueno, me dijo que había llegado hacía unos meses, venía del Colegio Inglés. Luego de ese raro episodio ella se fue, supongo que no le tincaba orinar en un baño con dos machos recios en él... cosas de mujeres.
En esta parte de la historia pasan cosas muy particulares, yo quiero destacar el hecho de que no me haya animado a preguntarle su nombre... Y sobre nuestro pequeño amigo con su cara pitada, les puedo contar (y esto es en serio) que luego de eso tubo que ir a urgencias en el hospital porque más inteligente que haberlo pintado con oleo fue haber intentado sacarle la pintura con diluyente (en esta parte ustedes en sus casas me deberían aplaudir).
Yo me quedé pensando harto tiempo en aquella niña... y digamos que no era una mujer hermosa, ni nada, sólo fue que me causó algo que sólo pocas veces en mi vida me ha pasado (me pasó otra vez hace más de un año... ahora es mi polola). Luego de ese evento no la volví a ver en harto tiempo, eso que mi ex recochino colegio es super chico.
Había pasado como un mes, me junté con una amiga para ir a un encuentro de poetas jóvenes (yo cumplo con la mitad de las cosas para ser poeta joven... soy joven). El hecho es que, luego de caminar mucho hasta llegar, nos sentamos tranquilamente para escuchar declamar a los poetas de la zona, cuando justo antes de que comenzara el evento miro hacia atrás y la veo sentada al fondo del auditorio... sentí un escalofrío helado recorriéndome por completo, me sumergí en el asiento como si estuviese escondiéndome de algo (super weón). Entónces le dije a la amiga que andaba conmigo que esa niña estaba en el colegio y era nueva, ella me dijo que se llamaba Constanza Chamorro y que pintaba y era bastante buena en eso. Luego subió uno y otro poeta sin que yo dejase de preocuparme de la niña que pinta, que estaba sentada varios puestos más atrás que yo. Yo estaba super desconcentrado, hasta que subió una poetiza de Santiago, llamada Paula Ilabaca. Comenzó a declamar, era un poema sobre Lucía y los ángeles de color carmesí que intentaban estar entre sus piernas... fue una situación muy extraña; delante mio estaba aquella poetiza hablando sobre Lucía (eso me remontó a una historia con otra niña, que en esta ocasión no mencionaré... la verdad nunca la mencionaré) y atrás mio la niña que pinta...
Bueno, casi al termino comenzaron las preguntas del publico para los poetas y ella levantó la mano, recuerdo que fue una pregunta super tonta, pero a mi me interesó tanto escucharla hablar, aunque preguntase una tontera. Después terminó el evento y nos invitaron al hall porque una viña de no se dónde se había puesto con una degustación de vinos y quesos. Ahí mi amiga, al parecer, se pelió con su pololo y se fue... quedé sólo, listo para hablar con ella... pero no pude, la miré de reojo y opté por entablar diálogo con Paula Ilabaca y su pequeña Lucía... en ese momento esa fue mi opción... de puro temor... de puro weón.
Pensaba mucho en ella y en la forma en la que me la podía encontrar para entablar un diálogo. Comencé a verla más seguido en el colegio, pero nunca me atrevía a hablarle. Empecé a imaginar como sería el encuentro, lo que yo le diría, lo que ella posiblemente me diría y todas las múltiples variables que podrían ocurrir. Asumiendo el temor y la desconfianza le escribí una carta, ¡le escribí una carta!, ni la conocía ni nada, es que no se me ocurrió nada más directo, sabía que el valor no era algo abundante dentro de mí. Al día siguiente de haberle escrito aquella carta hubo un debate de las listas para el centro de alumnos, la cosa es que ahí estaba yo, mirándola desde las butacas de la última fila, ella estaba un poco más adelante. Una vez terminado el debate me acerco a ella, con la carta en mi mano y justo cuando ella se para y comienza a caminar rumbo a la salida (hacia mi), me giro súbitamente, arrancándome de su vista, apretando lo más fuerte que pude la carta que tenía en mi mano... no tuve valor, para variar. Luego la seguí para alcanzarla (haciéndome el valeroso), pero claro, ya no la encontré, si mi oportunidad de oro ya la había perdido. Así pasó varias veces más. La cosas es que siempre en mi morral iba la carta que le había escrito, pensando que alguna vez pudiese existir una oportunidad ideal para entregársela... la verdad era que jamás hubiese tenido la fuerza para aprovechar ninguna oportunidad, por muy perfecta que pareciera.
Y así pasó el tiempo, y yo como un gran aweonado guardaba día a día aquella carta. Al final del año (yo estaba en cuarto y ella en tercero, a todo esto) existe una tradición en mi ex colegio, en la que los alumnos que se van de cuarto le regalan claveles a las personas que se quedan... esa era una oportunidad... ¡MI ÚLTIMA OPORTUNIDAD! Así que hice targetitas para los claveles y la de ella fue especial, ahí escribí algo que ya ni recuerdo, el cuento es que el día de la entrega hice lo que jamás pensé que iba a hacer, me armé de valor y la enfrenté... yo creo que fue una escena muy cómica, la enorme torpeza con la que me acerqué... pobrecito dirán las señoras en sus casas, pobre weon digo yo. Le entregué el clavel y ella me miró con un enorme asombre, me dijo: "¿por qué, si ni nos conocemos?" yo le dije (como un galán venezolano) "porque sí" y como un héroe (como un tonto) me fui... así de simple. Luego aproveché que ese era un día lleno de valor que no se volvería a repetir dentro de mucho y la esperé en la escalera del primer piso, y ahí hablé por primera vez con ella. Le dije que la había visto hacía un montón, cómo nos habíamos conocido y todo eso... ella... ella no se acordaba, según ella nunca me había visto... claro que fue muy amable en ese momento, pero yo siempre me pasé el rollo de que ella estaba sufriendo lo mismo que yo. Cosas de la vida... luego me fui y nunca más la he vuelto a ver.